Frank DÍAZ PRETEL, Universidad Nacional de Trujillo
El fenómeno de emigración en las Indias constituye un fenómeno complejo en sus procedimientos. La ciudad de Trujillo del Perú, se constituye en un campo de estudio interesante por la cantidad de migrantes peninsulares allí establecidos, especialmente de procedencia vasca, en los que he centrado mis estudios desde hace algunos años. Las grandes obras de referencia del tema, especialmente de la historiografía española, sugieren metodologías de investigación adecuadas, no obstante coinciden en señalar una problemática constante reclamada a sus pares americanos, el estudio de las carreras que los migrantes desarrollados en América. La investigación que efectué se abordó desde la perspectiva de la biografía en su vertiente moderna, que aborda una muestra de estudio que no es sino el prisma de un número mayor de individuos que transitan en torno a “Familia, fortuna y poder de un vasco noble: don Tiburcio de Urquiaga y Aguirre, 1750-1850”, Fondo Editorial de la Universidad Nacional de Trujillo (2014).
Don Tiburcio Pascual, nació en la anteiglesia de Santa María de Mañaria, en el Duranguesado, Vizcaya, el 15 de abril de 1752 y fue miembro de una familia de hidalgos que gozaron de cierta notoriedad en su localidad. Sus hermanas tuvieron matrimonios favorables, doña Catalina casó allí mismo con don José de Ochayta y Bustinza (5 de agosto de 1770), y doña Eulalia enlazó en el municipio de Vitoria-Gasteiz con don Pedro León Gorospe y Vizcarra (15 de agosto de 1786). Sus hermanos en cambio se movilizaron al sur de la península, don Juan Antonio se avecindó en Sevilla donde se dedicó al comercio y la fabricación de sedas, más adelante casó con doña Teresa de Ballesteros y Gordo. Don Martín Antonio se avecindó en la ciudad de Valespeñas de la Mancha donde se desempeñó como administrador particular, juez conservador y privativo del término de Aberturas Piamo, de la encomienda de Manzanares (Ciudad Real) del infante don Antonio Pascual de Borbón y Sajonia. Ambos, solicitaron reales ejecutorias de hidalguía, con resultados favorables en 1778 y 1787, respectivamente.
Creemos que el personaje central, estudió en una academia militar de la Corona Española, pues a sus diecisiete años, en 1771, ya contaba con el rango de oficial en circunstancias que fue destacado como capitán de la cuarta compañía de provinciales a la ciudad de Trujillo, en el virreinato peruano, donde su red familiar extendida estaba establecida con anterioridad y fueron los Larrea y Guinea y los Cárdenas y Ballesteros. El desenvolvimiento escalonado del capitán Urquiaga en la ciudad indiana es característico: residencia, vecindad y relaciones sociales, matrimonio e ingreso al cabildo. En el año de 1780, contrajo matrimonio con doña Petronila de Anachuri y Rucoba, una familia criolla posicionada en el medio desde mediados del siglo anterior, con redes hacendarias, comerciales y políticas en todo el Pacífico.
Lienzo del regidor perpetuo don Tiburcio de Urquiaga y Aguirre.
Fuente: Lienzo existente en el museo del Banco Central de Reserva de Trujillo
Por este enlace, el vasco se relacionó con los parientes de su esposa, a saber, los Rosillo y Velarde, Arangoitya y Herrera, Alvirena y García, Soto y Velarde, y Cortés y Rucoba. En 1797, tras el fallecimiento de su primera esposa, don Tiburcio contrajo matrimonio con doña Josefa Lynch, hija del irlandés don Diego Lynch Brown, un importante comerciante de la ciudad con intereses en el cerro mineral de Hualgayoc y contactos en Lima, Río de la Plata, Cádiz y Sevilla.
Urquiaga participó también en los asuntos de Estado, asintiendo el proceso de reformas borbónicas y la renovación del cabildo de la ciudad mediante las prácticas en las costumbres políticas. Así, participó como Síndico Procurador General en 1782, siendo reelegido en los dos años siguientes, en 1784, además, fue designado Protector de Naturales de la Provincia de Trujillo, año en el que obtuvo la vara de regidor perpetuo, subsistiendo en las coyunturas de la guerra de independencia española (1808-1814), el bienio constitucional gaditano (1812-1814) y el periodo absolutista (1814-1820). Durante estos años se desempeñó como Presidente (1784, 1806), Juez (1805, 1811) y Administrador (1816, 1817) de la Junta Municipal de Propios, Alcalde ordinario de primer (1791, 1805 y 1816) y segundo voto (1790), Juez Privativo de Aguas en el que emprendió un proyecto de mejora técnica del sistema de regadío de la ciudad. Pero de todos los cargos que ostentó, uno en particular le fue el más representativo: el de Juez Diputado de Comercio de Trujillo (generalmente ostentado por el comerciante más importante) entre los años 1797 y 1820.
Las fuentes de riqueza de don Tiburcio fueron el comercio, la agricultura, la ganadería, la industria textil, la minería y el comercio. Sus inicios en la actividad de riesgo están fechados en 1785 cuando se desempeñó como apoderado de firmas comerciales de Lima para más tarde trabajar en la casa comercial de los Cárdenas y Ballesteros. Años después, constituyó su propia casa comercial a nivel internacional (sus factores en Cádiz fueron don José de Molla y don Antonio de Yraola), a nivel intercolonial instalando sus almacenes en la ciudad para luego ser redistribuidas en el mercado interno y en distintas provincias del norte del virreinato donde articuló una compleja red comercial, con miembros de su familia y agentes relacionados.
Cuando amasó una considerable fortuna a partir del comercio, adquirió las haciendas de Llaray (1793) y Uningambal (1801) en la provincia de Huamachuco, la sierra inmediata de Trujillo. La producción de textiles (bayetas y bayetones) eran comercializados en distintos mercados de América (Trujillo, Lima, Santiago de Chile), mientras que la producción agropecuaria se destinó a los mercados regionales. En 1805 invirtió en la compra de la chacra de Santo Tomás de Villanueva, época en la que su fortuna total fue avaluada en 166,862 pesos.El personaje fue un ilustrado, perteneció a la “Real Sociedad Bascongada de Amigos del País”, y como ferviente seguidor de dicha ideología inició un proceso de desamortización de censos en todas sus fincas urbanas y rústicas.
La participación de la familia Urquiaga frente al colapso del sistema virreinal atravesó por distintas etapas de resistencias, cambios y adaptaciones. En un primer, al igual que las otra familias de medio, se prepararon en la defensa del virreinato, distinguiéndose por su preeminencia y acérrimas disertaciones en el cabildo, institución donde ejerció un control importante desde 1816, favoreciendo el armamentismo de la ciudad, la refaccion de las plazas militares y el avituallamiento de los puertos cercanos. No obstante, el arribo a la ciudad del nuevo intendente, el marqués de Torre Tagle en agosto de 1820, quien desplegó sus planes separatistas y convenció a los vecinos de la ciudad, parece que convencieron al viejo peninsular Urquiaga a sopesar su postura, acaso habría de volver a su patria o permanecería en su nueva ciudad, donde estaba su familia, intereses y fortuna acumulada.
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